1. INTRODUCCIÓN



No es el autor de estas líneas la persona más indicada para escribir todo esto. La fundamentación y defensa de la tauromaquia es un tema ya abordado a cargo de destacadas personalidades del mundo de la cultura, la ciencia, las artes y las letras. Y desde diferentes perspectivas: la filosofía, la ética, el derecho, la economía, la ecología, la antropología…

La única razón que me ha inducido a desarrollar este blog es la de poder despachar cómodamente remitiendo aquí a todo aquel que pretendiera entrar a debate conmigo sobre la licitud de la tauromaquia. Más aún si es desde su desconocimiento sobre el fenómeno taurino, que viene a ser lo habitual. Uno no está dispuesto a entrar en el absurdo juego de ese patético y denigrante debate “toros sí / toros no”. La razón es sencilla: a día de hoy resulta prácticamente imposible establecer un debate serio, limpio, sensato y en igualdad de condiciones sobre este asunto. Hay 3 circunstancias que lo impiden:

-       En primer lugar, una de las dos partes no conoce en profundidad el tema en cuestión. En la inmensa mayoría de los casos, los conocimientos sobre tauromaquia que tiene el anti-taurino son prácticamente nulos. Y esto puedo asegurarlo porque he leído y escuchado a muchos. La mayoría tienen sobre los toros la imagen distorsionada y manipulada que el propio animalismo les ha vendido. Por lo tanto, sería tan absurdo como establecer una discusión sobre la 5ª Sinfonía de Mahler entre un grupo de musicólogos y un grupo de personas que estuvieran en contra de la música clásica sin saber absolutamente nada sobre música.

-       En segundo lugar, el movimiento animalista ya ha ensuciado previamente el campo del debate al proyectar a la sociedad un gran entramado de falsedades, tópicos, mentiras y manipulaciones en relación con la tauromaquia. Por lo tanto, no puede realizarse un debate en igualdad de condiciones hasta que no se desmonten socialmente todas y cada una de estas patrañas.

-       En tercer lugar, la fundamentación de la tauromaquia no es algo que pueda explicarse en los 5 minutos de una conservación banal, ni en los 150 caracteres de un twit. Y menos aún en el manipulado espacio de esos debates prediseñados, pre-dirigidos y banalizados tan propios de la miserable basura en que se ha convertido la televisión de este país, salvo honrosas excepciones. La defensa de la tauromaquia pasa necesariamente por un conocimiento profundo del hecho taurino, conocimiento que requiere de años de dedicación, experiencia, observación y análisis. Sin embargo, el mensaje animalista-antitaurino sí es susceptible de sintetizarse en cinco minutos. Incluso de  condensarse en lemas y slogans contundentes que, tras una falsa apariencia de crítica social y de progresía, esconden un fondo de auténtico disparate y de atroz ignorancia.

Del mismo modo, con frecuencia el espectáculo taurino tiene en su contra una apariencia que a veces enturbia la verdadera esencia de su contenido. Evidentemente, para poder establecer un debate de altura al respecto se requiere que ambas partes posean un mínimo de conocimiento sobre el asunto a debatir. O al menos, la voluntad de aprender y la apertura mental necesaria para ello. Pero, por desgracia, estas son cualidades de las que no hacen gala los activistas anti-taurinos, cerrados por sistema al más mínimo acercamiento a una manifestación cultural que desprecian desde la ofuscación de una visión deformada, simplista y sesgada. 

Por todo ello, ante la imposibilidad de un debate serio, sensato y en igualdad de condiciones, he optado por elaborar este blog con objeto de poder enviar aquí a quien muestre curiosidad por conocer los fundamentos éticos y filosóficos de mi afición a los toros. Se me hace más cómodo y saludable. Aunque también me resulta patético haber tenido que dedicar mi tiempo a ello. Imagino que al amante del fútbol también le parecería absurdo tener que justificar los fundamentos de su afición, en lugar de dedicar el tiempo a su disfrute.  

Me considero un lector empedernido de libros taurinos. Se calcula que los libros publicados sobre esta temática son más de 28.000. La gran mayoría de ellos -como es lógico- se centran en profundizar en el conocimiento de la tauromaquia en sus diferentes elementos y manifestaciones. Pero son menos los dedicados específicamente a fundamentar su justificación y defensa, por ser algo absolutamente innecesario para el lector taurino, que de antemano es aficionado y conocedor del tema.  

De entre las obras dedicadas específicamente a la fundamentación y defensa de la tauromaquia cabría destacar “Tauroética”, del filósofo y escritor español Fernando Savater; o “50 razones para defender la corrida de toros”, del catedrático de filosofía de la Universidad de La Sorbona de París, Francis Wolff. Dos obras de referencia que deberían ser estudiadas por cualquier persona antes de emitir un juicio sobre la tauromaquia. No obstante, en estos tiempos tan artificiales, en los que asistimos perplejos a la propagación intencionada de una corriente de opinión desfavorable al hecho taurino a cargo de lobbies movidos por sucios intereses económicos y políticos, sería interesante la divulgación de otros trabajos similares a los citados, que aglutinaran todo el corpus teórico sobre el que se sustenta la legitimidad y licitud moral de la tauromaquia. Y que aunaran las argumentaciones procedentes de diferentes ámbitos: la filosofía, la ética, la economía, el derecho, la ciencia, la antropología, la sociología, la ecología… Pero sobre todo, que pusieran sobre la mesa el entramado de tópicos, malentendidos y falsedades que la corriente animalista-antitaurina ha lanzado a la sociedad con total impunidad. Junto con las propias contradicciones e incongruencias de esta corriente de pensamiento. Y, cómo no, con sus oscuros intereses, actividades y entresijos.     

Es evidente que muchos aficionados e incluso profesionales del mundo taurino no son capaces de explicar ni defender este asunto más allá de argumentos recurrentes como la tradición, la identidad de España o “la cantidad de gente que vive de esto”. Todo eso es cierto, pero habría mucho más que decir. Es normal esta dificultad que experimentamos muchos aficionados a la hora de expresar nuestro argumentario taurino. La tauromaquia es un fenómeno tan complejo y con tantas facetas, caras y aristas, que resulta imposible sintetizar toda su profundidad y grandeza en las cuatro frases mal hilvanadas de una conversación de calle. Por ello no renuncio a que este blog, además de servir para mi “comodidad personal”, también aporte un pequeño grano de albero al campo de la apología taurina.